Cómo ofrecer un discurso en público

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La comunicación la mayoría de las ocasiones se lleva a cabo mediante el arte de hablar y escuchar lo que nos dice otra persona. Hacerse entender, explicar con claridad y coherencia nuestro mensaje es un aspecto clave para el desarrollo profesional y personal.

La capacidad de transmitir un discurso en público es una cuestión cada  vez más exigida tanto en el ámbito académico y estudiantil (la defensa de un trabajo ante la clase, las exposiciones orales en la universidad, etc.) nos obliga a estar cada vez más formados en este sentido y prepararnos para poder salir bien parados en uno de los instantes más importantes.

El arte de la retórica y el habla en público ya surgió en las plazas públicas de la antigua Grecia y Roma pero a lo largo de los siglos y años se ha desarrollado hasta ser una de las materias más demandadas en profesiones que comporten la necesidad de hablar en público con cierta continuidad.

Tengo una idea

Probablemente tengas una brillante historia en tu imaginación, o una idea genial, de las que te gustaría mostrar a los demás y sepan lo que se te ha ocurrido. Tenerla es un aspecto clave, pero tan importante como saber mostrarla y venderla en público.

Las partes de un discurso

Como toda historia hay un comienzo o planteamiento, un nudo en el que se desarrolla nuestro mensaje y un desenlace, en la que se debe hacer el cierre de lo explicado anteriormente. Las tres partes tienen una suma importancia de cara al global. Primeramente hay que captar el interés del público, conseguir que el mensaje sea nítido y entendible para nuestro público y, finalmente, convencerle.

Aspectos a tener en cuenta para la oratoria

Velocidad: No hay que ir excesivamente rápido a la hora de hablar en público. La sensación que se transmitiría es que en realidad no es interesante lo que se va a explicar y cuándo antes se termine, mejor. Añadida al factor claridad del mensaje, cuánto más rápido se es también pierde precisión y nitidez.

Pausas: Hay momentos en el que el silencio, corto, puede ser nuestro mejor aliado de cara al discurso. Sirve también para poder relajar nuestra postura y facilitar el entendimiento de la idea por parte del público.

No siempre debes ser ingenioso: No siempre que hables debes sacar a relucir una genialidad. Ni es posible ni tampoco necesario. Importa tanto el cómo se cuenta  como lo que dices realmente.

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