La adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior ha provocado la puesta en marcha de varias iniciativas de mejora en el sistema educativo español, entre las que se encuentra el proyecto del Pacto Educativo.
El Ministro de Educación y Ciencia, Ángel Gabilondo ha incluido métodos de evaluacion de la enseñanza en las que se incluye las evaluación de la calidad docente y de los propios profesores.
Según una encuesta de la Fundación Benéfico-Social Hogar del Empleado (FUHEM) los docentes son partidarios de la evaluación del profesorado. Los resultados reflejan que tres de cada cuatro profesores están de acuerdo en la evaluación del profesorado, pero no en que ello repercuta en sus condiciones de trabajo.
La FUHEM realiza desde 1999 estudios relacionados con la calidad de la evaluación, que recogen la opinión de profesores, docentes y padres. La situació de cambio que atraviesa la enseñanza española actual ha incrementado la importancia de este tipo de estudios que analizan la repercusión de las modificaciones educativas y la acogida con la que cuentan dentro de la sociedad.
La evaluación del profesorado tendrá que repercutir de algún modo. Sino, ¿para qué evaluar?
Si evalúan a un profesor que obtiene reiteradamente resultados muy negativos y no cambia nada porqué no habrá repercusiones, ¿qué sentido tiene la evaluación?
En el extenso pero recomendable artículo «What Makes a Great Teacher» (http://www.theatlantic.com/doc/201001/good-teaching) se comenta la posibilidad de no renovar a profesores con malos resultados de las evaluaciones. Lo dicen responsables de la asociación «Teachers for America» que contratan a miles de profesores cada año.
Está claro que hay que ir con cuidado y tampoco se trata de despedir a la mínima a quien haya tenido una evaluación floja. Pero de ahí a que no pase nada porque los profesores «somos intocables», tampoco!