La carrera de Matemáticas pierde el 45% de los alumnos en una década

Un total de 289 estudiantes se matricularon en primero de Matemáticas en el curso 2000-2001 en las tres universidades catalanas que imparten la carrera (UB, UPC y UAB). En el 2007-2008, el último con cifras disponibles, fueron 162. Si se computan todos los alumnos matriculados, con independencia del curso, entonces el retroceso es de 1.459 a 795. Pregunta: ¿Cuál es el descenso en ambos casos? La respuesta es el 43,9% y el 45,5%, respectivamente. Casi la mitad menos.

Está cada vez más claro que las nuevas promociones no garantizan el reemplazo generacional. Que el problema sea internacional no le resta ni pizca de importancia. El único atisbo de esperanza lo ofrece Jordi Quer, decano de Matemáticas de la UPC: «Aunque es evidente que las promociones siguen siendo escasas, la tendencia negativa en España tocó fondo en el 2006». Algo es algo.

CONTAGIAR EL ENTUSIASMO / La primera consecuencia se aprecia desde hace años en el mundo de la enseñanza. «Cada vez son más los institutos que tienen que echar mano de otros profesionales, como biólogos, físicos o economistas, para impartir la asignatura», lamenta Iolanda Guevara, profesora del IES Badalona VII y presidenta de la Federación de Entidades para la Enseñanza de las Matemáticas en Catalunya (Feemcat). «Eso es la clave –prosigue Núria Fagella, profesora de la facultad de Matemáticas de la UB–. Algunos biólogos pueden ser buenos profesores, claro está, pero la mayoría no ha hecho más que dos asignaturas de matemáticas en toda su carrera».
Además, en opinión de Fagella, los no especialistas tienen más dificultades para contagiar su entusiasmo por la asignatura. Y eso es esencial. Anna Puig, estudiante de cuarto de Matemáticas en la UAB, recuerda que el peso de una buena profesora en su instituto fue fundamental: «A mí siempre me habían gustado las matemáticas, pero su opinión me ayudó a decidirme». Fagella prosigue: «Nadie discute que la música la han de impartir especialistas en música. ¿Por qué no pasa lo mismo con las matemáticas?»
Otro factor fundamental es la diversificación de la oferta universitaria y la presión social hacia carreras más prácticas. «En mi instituto, los alumnos más brillantes del bachillerato científico y tecnológico que acabaron el año pasado están en ingenierías diversas –dice Guevara–. Nada de Matemáticas o Física». «Hay una presión social y familiar difícil de contrarrestar», asume Quer.
Fagella incide en este aspecto: «En un mundo en el que cada vez cuenta más el márketing y la satisfacción inmediata, pierden atractivo carreras que van justo en sentido contrario. Matemáticas o Física siguen siendo carreras que requieren esfuerzo y donde no quedan tan claras sus aplicaciones inmediatas. La gente joven lo ve como mucho esfuerzo para poco dinero».
Guevara asume que los profesores tienen su responsabilidad, pero insiste en que el sistema no pone las cosas fáciles. «Nosotros tenemos tres horas semanales en la ESO –comenta–, mientras que en otras comunidades son cuatro. A todo ello hay que sumar que las matemáticas sufren en España una secular falta de reconocimiento. «Es habitual que a los políticos no les dé vergüenza desconocer lo que es una raíz cuadrada», dice Fagella. «Queda bien decir que no se me dan bien las mates», prosigue Quer. «Si dices que estudias Matemáticas te ven un poco friki», añade Anna Puig.
En definitiva, y más allá de la escasez de profesores, Fagella considera que la falta de matemáticos puede tener «graves consecuencias» en la sociedad: «Estamos hipotecando –insiste– el desarrollo de la ciencia y sus aplicaciones prácticas». «Sin base no hay nada», concluye Guevara.

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