Caen chuzos de punta. El sector de la construcción, que tan sólido parecía, se ha desmoronado sobre sus cimientos, y con él gran parte de la economía española. La industria manufacturera sigue abandonando el país para trasladarse al este, a lugares donde la mano de obra es más barata y las leyes sobre contaminación, seguridad laboral, duración de jornada, etc… son menos estrictas. Pymes y autónomos se las ven y se las desean para conseguir financiación. Y en medio del caos, los medios de comunicación convencionales ven descender sus ingresos publicitarios.
Aparentemente, no corren buenos tiempos para el sector de la comunicación. Sin embargo, comunicar, y comunicar bien, se ha vuelto más importante que nunca. En tiempos de recesión, el cliente exige más a cambio de su dinero. Sigue dispuesto, hasta cierto punto, a soñar, a reír, a disfrutar con una campaña imaginativa o a dejarse embelesar por la belleza de una modelo. Pero se acabaron los tiempos del “todo vale”. Llegó la era de la transparencia. Las empresas son imperfectas y todos lo sabemos, desde el consejo de administración hasta el consumidor final. Queremos que nos hablen con claridad, que admitan sus errores si es necesario, como primer paso para corregirlos, que desciendan del mundo etéreo de los anuncios y satisfagan nuestras necesidades del día a día. Y, sobre todo, queremos que nos escuchen, que nos tengan en cuenta.
Las redes sociales han abierto la caja de Pandora. Ahora que sabemos que dialogar con las empresas es posible, ya no hay vuelta atrás. Y si la transparencia y la inmediatez se instalan poco a poco en la publicidad, con mayor razón deberían ser la base del nuevo periodismo.
No todo son malas noticias para los profesionales de la comunicación: nos queda la red, que no es poco. Internet es el único medio que ha visto crecer la inversión publicitaria en los últimos dos años. Y también es el más segmentado de la historia. Te permite llegar exactamente al público que te interesa, que es también el público que al que le interesas tú, o tu producto, o tus servicios. Y todo por mucho menos dinero que una campaña en prensa o televisión.
Contenidos:
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Si la transparencia fuese una constante en la vida empresarial, tanto a nivel laboral como a nivel publicitario, nos iría mucho mejor. Es más, hasta nos fiaríamos de los empresarios.
La red tiene que nos vuelve a la sociedad del trueque, de las conversaciones en los mercados (no financieros, sino de abastos), a la bonita costumbre del tú a tú, sin mass media intercediendo en nuestra felicidad (ficticia a través de las ondas hertzianas).
Si el periodismo consiguiera también eso sería la repera. Sin manipulaciones ni mediatizaciones, solo la verdad.
Demasiado bonito para ser cierto.
Hola Miguel, gracias por tu comentario.
Se puede (y se debe) no manipular. Eso depende de la voluntad de los periodistas y de quienes nos pagan. No mediatizar, en cambio… es casi imposible. La mirada del que narra una historia, por objetiva que pretenda ser, siempre mediatiza.
Hace años vi un informativo experimental (no recuerdo el país), donde las noticias se emitían sin voz en off y sin montaje. Puro y duro material de cámara. Ganó premios, pero la fórmula no se popularizó. Parece que preferimos que alguien medie para explicarnos las cosas.
Eso sí, en un blog periodístico podemos «conocer» a la persona que redacta una información, hacerle preguntas, etc… Eso ayuda a formarse una opinión sobre su rigor, etc…, con más datos que como simples lectores o espectadores.
Yo me refería a mediatizaciones de otra índole, la verdad. Al frentismo y al cerrilismo que hoy nos envuelve hace flaco favor a la objetividad (o a una aproximación a ella). Los intereses creados, aparte de una película, es una gran realidad en el mundo informativo.