Mamá, quiero ser artista

keith-arnattCuarenta o cincuenta años atrás, las madres palidecían al oír estas palabras, las tías se abalanzaban sobre ellas para abanicarlas, los padres echaban mano instintivamente al cinturón y las abuelas, compungidas, rezaban un rosario tras otro, con la vana esperanza de encarrilar a la oveja negra de la familia. El mundo del arte y la farándula se asociaba con el vicio, la pobreza y un exceso de libertad sexual. Si el niño te salía artista, es que era un bala perdida. Y si era niña, peor aún.

Aquellos viejos prejuicios no han desaparecido por completo. Ya nadie deshereda a un retoño sólo por empeñarse en ser actor o dibujante, pero las familias siguen recibiendo estas vocaciones con una mueca de escepticismo.

–        Mamá, quiero ser artista.

–        Vale, hijo, vale, pero estudia una carrera primero.

Lo que muchas mamás no han comprendido aún es que el mundo está lleno de grados universitarios, títulos superiores de formación profesional e incluso másters dirigidos a profesionales con vocación artística. ¿Estudiar una carrera? De acuerdo, mamá, como quieras. Arte dramático es una carrera universitaria como cualquier otra, y así lo reconoce el ministerio de educación. El grado en comunicación audiovisual tiene una de las notas de corte más altas y recibe, por tanto, a muchos de los alumnos con mejor rendimiento académico. Pintar bien puede no conducirte a una buhardilla polvorienta, sino a la sección infantil de una editorial o a un puesto de director de arte en una agencia. Pasarse la vida pegado a la consola no es tan malo: el sector de los videojuegos está en franca expansión y necesita profesionales especializados.

En el especial de hoy abordamos las profesiones del mundo del cine, el teatro, las artes plásticas y el arte digital. Son carreras que se eligen con el corazón, y ningún profesional es más feliz que aquel que trabaja en lo que ama. La otra cara de la moneda es que el número de plazas de esta clase de estudios crece en función de la demanda de los estudiantes, y no de la demanda del mercado. Obviamente, no todos los futuros actores, modelos, cineastas, dibujantes, animadores 3D o diseñadores de moda verán su sueño hecho realidad.

¿Se puede vivir del arte? ¿El talento y la vocación son suficientes para llevar adelante una carrera artística o es más sensato guiarse por las salidas laborales? ¿Es necesario elegir entre el corazón y la cabeza o podemos conciliar ambas cosas? Esperamos vuestras opiniones.

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