Autor: Ana Echeverria

  • Los carnés profesionales más solicitados

    Existe un gran número de certificados profesionales. En este artículo revisaremos algunos de los más demandados por el mercado laboral.

    Carné de instalador electricista

    instalador electricistaEn realidad ya no se llama así, sino Certificado de Cualificación Individual en Baja Tensión, pero “carné de instalador electricista” continuá siendo la denominación popular.

    Requisitos:

    • Estar en edad laboral
    • Tener conocimientos teóricos y prácticos de electricidad. Esto incluye a Tituulados de FP de Grado Medio o Superior con experiencia laboral en empresas de instalaciones eléctricas. Si se trata de técnicos de grado medio, deberán haber realizado un curso de 100 horas en un centro autorizado, o bien un curso de 40 horas más un año de experiencia laboral en una empresa de instalaciones eléctricas.
    • Superar un examen. Los técnicos de Grado Medio deberán presentarse a una prueba teórica y otra práctica. Los de Grado Superior, o aquellos titulados de Grado Medio que acrediten amplia experiencia o conocimientos específicos, podrán presentarse únicamente a la prueba práctica.

    El Certificado de Cualificación Individual en Baja Tensión es solamente un paso previo para convertirse en Instalador. Para obtener la Autorización de Instalador es preciso contar con el Certificado, y además cumplir estos otros requisitos:

    • Estar dado de alta en el IAE (Impuesto de Actividades Económicas).
    • Estar dado de alta en la Seguridad Social.
    • Estar dado de alta en el censo de obligaciones tributarias.
    • Contar con medios técnicos y humanos suficientes
    • Suscribir un seguro de responsabilidad civil. La póliza mínima se determina anualmente, pero ronda los 600.000 euros.

    El Certificado de Cualificación Individual en Baja Tensión se emite siempre a nombre de una persona física. La Autorización de Instalador en Baja Tensión se puede expedir a título individual (trabajador autónomo) o para una empresa. En este último caso, es necesario presentar ante la Administración los carnés individuales de los socios o de los técnicos que vayan a trabajar en la empresa.

    Carné de operador de grúas torre

    grua torreEs obligatorio desde 2006 y debe renovarse cada cinco años.

    Requisitos:

    • Ser mayor de edad
    • Haber acabado los estudios primarios
    • Superar un examen médico que valora algunas cualidades físicas de los candidatos: sentido del equilibrio, agudeza visual y auditiva, orientación espacial y otras aptitudes psicológicas.
    • Realizar un curso de formación teórica y práctica en un centro autorizado. Deberá constar de al menos 200 horas (50 de cuerpo teórico y 150 de prácticas).
    • Aprobar el examen oficial.

    El temario del curso de formación es el siguiente:

    Formación teórica:

    • Descripción de la grúa-torre y sus componentes.
    • Definición de grúa torre desmontable. Clasificación. Composición estructural Pluma.
    • Lastres de estabilidad. Contrapesos de equilibrios. Condiciones que deben cumplir. Masa.
    • Cables de acero. Manipulación. Engrase. Inspecciones. Sustitución.
    • Emplazamiento de la grúa. Desniveles de base. Vía. Proximidad de edificios y líneas eléctricas. Instalaciones con varias grúas. Zona de seguridad. Puesta a tierra.
    • Elementos de seguridad en grúas. Limitadores. Seguridad de momento de par. Seguridad de carga máxima. Puesta en veleta.
    • Condiciones de estabilidad en servicio y fuera de servicio.
    • Arriostramientos rígidos. Arriostramientos elásticos.
    • Operación y manipulación. Obligaciones y prohibiciones. Conocimiento y características. Diagrama de cargas.
    • Cálculo de diagramas.
    • Mantenimiento y conservación de la grúa torre.
    • Regulación y puesta en servicio.
    • Legislación básica: reglamentación y normas UNE.

    Formación práctica:

    • Normas de manejo (maniobras permitidas y prohibidas).
    • Normas de seguridad en el trabajo.
    • Realización de las comprobaciones diarias y semanales de seguridad y mantenimiento.
    • Manejo de una grúa torre.
    • Manejo de una grúa torre autodesplegable.

    Carné de manipulador de alimentos

    Su nombre actual es Certificado de Manipulador de Alimentos. No se trata de una distinción banal, puesto que el antiguo carné dejó de ser válido en el año 2000. Debe renovarse cada cuatro años. Este tipo de certificados no dependen de Trabajo, sino que los homologan las consejerías de Sanidad.

    Requisitos:

    manipulador de alimentos okEn este caso no se exige titulación previa, únicamente asistir a un curso de formación de unas diez horas, que también puede impartirse a través de Internet.

    Tipos:

    El Certificado de Manipulador de Alimentos ya no es generalista, sino que se conceden certificados distintos en función de la especialidad laboral del solicitante. No es lo mismo montar un cátering, trabajar en una pescadería o desplazar palets cargados de tomates.

    • Certificado de Manipulador de Alimentos – Almacén y distribución
    • Certificado de Manipulador de Alimentos – Bares y restauración
    • Certificado de Manipulador de Alimentos – Carnicerías
    • Certificado de Manipulador de Alimentos – Comercio minorista
    • Certificado de Manipulador de Alimentos – Comidas preparadas
    • Certificado de Manipulador de Alimentos – Industria transformadora
    • Certificado de Manipulador de Alimentos – Pastelerías
    • Certificado de Manipulado de Alimentos – Pescaderías

    Carné de instalador de gas

    instalacion-gasExisten varios tipos de certificados de instalador del gas, según la categoría profesional del titular y las competencias que está capacitado para desarrollar. Estos son los requisitos según el nivel:

    • IG-I (Carné de Instalador de Gas I): FP de Grado Medio o FP 1 de Montaje y mantenimiento de instalaciones o de Fontanería. Si se carece de título, el carné se puede obtener mediante un curso de formación autorizado.
    • IG-II (Carné de Instalador de Gas II): FP de Grado Superior de Mantenimiento de Instalaciones en Edificios o un FP-II de Fontanería, o bien un curso formativo autorizado equivalente. Los titulares del carnet IG-I con una antigüedad de dos años podrán obtener también el carnet IG-II.
    • IG-III (Carné de Instalador de Gas III): Título universitario (Grado, Licenciatura o Diplomatura) en una carrera técnica, como física e ingeniería. Los titulares del carnet IG-II con una antigüedad de dos años podrán solicitar el IG-III, siempre que superen un curso formativo especializado.
    • IG-IV (Carné de Instalador de Gas IV): Título universitario (Grado, Licenciatura o Diplomatura) o bien carné IG-III con antigüedad de dos años.

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  • Cómo obtener un carné profesional

    sello-de-goma-aprobado-thumb1391108Manejar una grúa, instalar una caldera o vender chuletas en una carnicería son actividades más arriesgadas de lo que en un principio se podría suponer. Requieren respetar una serie de normas de seguridad e higiene que, si no se aplican correctamente, pueden causar graves perjuicios. Y para respetar una norma, lo primero es conocerla.

    Para asegurarse de que estos trabajadores dominan su oficio, la Administración creó los certificados profesionales, más conocidos como carnés profesionales. Aunque muchos de estos certificados están relacionados con determinados ciclos de formación profesional, se trata de conceptos distintos e independientes.

    Formación Profesional y acreditación: cercanos, pero distintos

    La Formación Profesional proporciona una formación global, tanto académica como práctica, avalada por un título; el carné profesional certifica que se poseen determinados conocimientos muy concretos, imprescindibles para desempeñar una determinada función sin riesgos para uno mismo, para los usuarios o para el medio ambiente.

    El objetivo de un ciclo de formación profesional es aprender, adquirir el bagaje necesario para desempeñar un oficio. Sin embargo, aunque un título homologado proporciona ventaja frente a otros candidatos, no siempre es imprescindible haber pasado por las aulas: existen trabajadores que aprendieron por el método clásico del aprendizaje, ejerciendo un oficio desde el puesto más bajo de la jerarquía. Es el típico caso del aprendiz que pasa a ser peón, de peón a oficial de tercera, etc…

    El certificado profesional sirve para que las empresas puedan garantizar que todos sus trabajadores conocen el reglamento específico de su oficio y están, por tanto, en condiciones de cumplirlo. Por tanto, es posible poseer un carné profesional sin haber obtenido el título de FP correspondiente, y viceversa.

    El carnet profesional: un carnet autonómico

    Aunque inicialmente dependían del Ministerio de Trabajo, expedir certificados profesionales es una de las competencias transferidas a las comunidades autónomas. Esto hace que el proceso para obtener un carnet profesional varíe ligeramente de una región a otra, pero lo más habitual es que la Consejería de Industria de cada comunidad autónoma se encargue de su expedición. Aunque hay variantes, el proceso suele ser el siguiente:

    – Solicitud en la Consejería o en la Dirección General de Industria.

    – Curso de formación relacionado con el certificado solicitado. Estos cursos los imparte la Administración directamente, o bien se imparten en centros autorizados. Poco a poco se están implantando versiones online, como en Castilla-La Mancha, donde la parte teórica puede cursarse a través de una plataforma en Internet.
    – Curso de preparación para el examen. No es obligatorio, pero sí muy recomendable. La mayoría de centros privados autorizados incluyen esta opción.
    – Examen. Normalmente hay dos convocatorias anuales. El único requisito común para presentarse es haber alcanzado la edad legal para trabajar. Además, algunos certificados requieren que el candidato posea un título de formación profesional relacionado con el carné que desea obtener. Las pruebas suelen estar compuestas por dos ejercicios, uno teórico y otro práctico. Para tener opción de presentarse al práctico es necesario haber superado el teórico.

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  • Desarrollo personal: entrenarse para el éxito

    especial_desarrolloSer un buen líder, tener don de gentes o habilidades comerciales, mantener la calma, actuar con soltura y decisión… son cualidades que la mayoría de nosotros desearíamos poseer. No es raro que incluso las envidiemos en quienes nos rodean. ¿Hasta dónde podríamos llegar si tuviéramos el aplomo de nuestro jefe o la labia de nuestro mejor amigo?, nos preguntamos.

    En estos casos, el error más común es creer que el azar nos ha hecho como somos, que nacimos tímidos, o inseguros, o con menos encanto que los demás y que nuestro destino es seguir siendo eternamente como somos ahora.

    Nada más falso. Es cierto que cada uno de nosotros viene al mundo con unas determinadas habilidades y unos rasgos básicos de personalidad, que tenderán a mantenerse estables, pero eso no significa que sean inamovibles. Podemos potenciar nuestros puntos fuertes y modificar nuestra conducta para mejorar los débiles. Podemos adquirir habilidades sociales, directivas, organizativas, etc… En definitiva, podemos aprender. Y aprender, en estos casos, no tiene nada que ver con los libros.

    Uno de los grandes problemas de la formación para adultos es que, tradicionalmente, ha hecho demasiado hincapié en el conocimiento. Se da por sentado que en nuestra infancia y adolescencia ya se nos ha educado, y que por tanto ahora únicamente necesitamos recibir información. Por supuesto, no hay nada de malo en adquirir conocimientos cada vez más especializados: a lo largo de la vida laboral habrá muchos temas en los que deseemos profundizar.

    Pero para convertirnos en grandes profesionales, acumular datos no es suficiente. De poco nos servirá un MBA si no somos capaces de planificar, gestionar y negociar, por ejemplo. Y ese tipo de habilidades no son necesariamente innatas: también requieren entrenamiento. Por eso, en la última década han proliferado nuevas técnicas de aprendizaje, muchas de ellas herederas de la psicología cognitivo-conductual o emparentadas con la gestalt.

    Ya no se trata únicamente de saber el QUÉ, sino también el CÓMO. Cómo ser más eficaces, más resolutivos, mejores líderes… e incluso más felices. Cómo cambiar nuestra actitud para sacar el máximo partido a nuestros conocimientos teóricos. Ciencias como la neurología y la psicología se alían en este especial para darnos algunas claves.

    Índice de contenidos:

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  • Inteligencia emocional: ¿qué es y para qué sirve?

    El término inteligencia emocional lo popularizó el psicólogo Daniel Goleman en 1995, aunque existía en la literatura científica desde algún tiempo atrás. Desde entonces su popularidad no ha cesado de crecer. Goleman no es científico, pero tampoco un mero gurú de la autoayuda: ha sido profesor en Harvard, redactor científico en New York Times y editor de la revista Psychology Today.

    Un cerebro anticuado

    Basándose en sus conocimientos sobre neurología, Goleman señaló que ningún ser humano es capaz de comportarse todo el tiempo de manera únicamente racional. El córtex, que es la capa exterior y más evolucionada de nuestro cerebro, domina nuestro pensamiento, pero una zona del cerebro mucho más antigua, la amígdala, todavía toma el control de nuestros actos en determinadas situaciones; por ejemplo, cuando nos enfadamos o nos sentimos en peligro.

    La amígdala era un órgano muy útil para nuestros antepasados de las cavernas: les ayudaba a responder rápidamente a cualquier ataque. Pero nuestra supervivencia, hoy en día, no depende de que seamos los más impulsivos ni los más fieros, más bien al contrario: para triunfar necesitamos mano izquierda y capacidad de negociación. No obstante, por mucho que sepamos cuál es la conducta adecuada, si nos presionan demasiado, tarde o temprano responderemos gritando, amenazando o huyendo… exactamente igual que nuestros tatarabuelos de la edad de piedra.

    El coeficiente emocional

    Dicho de otro modo: es imposible controlar nuestros actos o nuestras emociones contando únicamente con la razón. En una situación de estrés, somos capaces de saber qué hay que hacer y, sin embargo, hacer todo lo contrario. Podemos poseer toda la sabiduria y la inteligencia del mundo, y pese a todo equivocarnos.

    ¿Recuerdan a la doctora Brennan, la protagonista de la serie Bones? Es la antropóloga forense más brillante del mundo, una mujer superdotada con un vasto abanico de conocimientos, y sin embargo necesita ayuda para salir airosa de las situaciones sociales más sencillas. Le cuesta entender una ironía, una frase hecha o una mentira piadosa. ¿Es una mujer inteligente? Sí y no. Según las tesis de Goleman, este personaje tendría un gran coeficiente intelectual pero, en cambio, un coeficiente emocional muy pobre.

    Como la mayor parte de nosotros necesitamos relacionarnos en nuestro trabajo con seres vivos y no con huesos, un poco de inteligencia emocional nos facilitará enormemente las cosas. En realidad no existe ningún test fiable para medir el coeficiente emocional, pero hay cinco habilidades básicas que distinguen, según Goleman, a una persona con una gran inteligencia emocional.

    • Autoconciencia: Comprender nuestras propias emociones, saber en todo momento cómo nos sentimos y por qué. A veces el desencadenante de una emoción y su causa profunda son distintos. Podemos irritarnos mucho por una tontería pero, en realidad, estar enfadados por otra razón, o incluso con otra persona distinta a aquella a la que dirigimos nuestra ira.
    • Empatía: Comprender cómo se sienten los demás es fundamental para tener éxito en cualquier relación, ya sea personal o profesional.
    • Autocontrol: Una vez comprendemos nuestras emociones, es importante que sepamos gestionarlas. Dejarse arrastrar por el miedo, la ira o la tristeza raramente resuelve nada. No se trata de dejar de sentirlos, sino de procurar que no condicionen nuestros actos.
    • Habilidad interpersonal: Si gestionamos bien nuestras emociones y comprendemos las de los demás, el siguiente paso es influir en ellas. Esto es fundamental para negociar, entablar relaciones sólidas, conseguir acuerdos satisfactorios, etc…
    • Motivación: Las cosas que nos suceden nos afectan, pero nuestro estado de ánimo no puede depender únicamente de las circunstancias o el entorno. Si somos capaces de darnos ánimos a nosotros mismos, superaremos grandes obstáculos. Un fracaso se puede interpretar en clave negativa (“soy un desastre”) o positiva (“aprenderé de este error y lo haré mejor al segundo intento”). A igual inteligencia, una persona que adopte esta segunda actitud tendrá más probabilidades de conseguir su objetivo.

    Tanto Goleman como otros psicólogos de la rama cognitivo-conductual consideran que estas habilidades, aunque se dan de forma innata en proporciones distintas de una persona a otra, pueden entrenarse y potenciarse.

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  • Coaching: entrenamiento para la carrera profesional

    Cuando un atleta bate un récord es su nombre, y sólo el suyo, el que salta a las portadas de los periódicos. Sin embargo ningún deportista de élite, por muy individualista, autoexigente o disciplinado que sea, es capaz de llegar tan lejos sin ayuda. Detrás de todo campeón hay un buen entrenador, la persona que enseña al atleta a dar en todo momento lo mejor de sí mismo.

    Si hasta Usain Bolt, el hombre más rápido del mundo, necesita un entrenador para lograr sus objetivos, ¿por qué no va a utilizarlo también un empresario, un profesional o un artista?

    Esta es la premisa de la que parte el coaching personal y profesional, una nueva disciplina de asesoramiento que está triunfando en todo el mundo.

    ¿Qué es el coaching?

    El coaching es un conjunto de técnicas que se utilizan para guiar a una persona , con el fin de ayudarle a alcanzar un objetivo determinado o a desarrollar una serie de habilidades.

    También se puede aplicar el coaching a grupos, del mismo modo que es posible entrenar a un equipo de fútbol. En este caso, el énfasis se pondrá en el trabajo en equipo, más allá de la suma de mejoras individuales.

    ¿Cuándo recurrir al coaching?

    El coaching es una técnica ideal para los momentos de cambio o de crisis. Muchas personas recurren a un coach cuando sienten que su vida debe dar un giro y todavía no saben hacia dónde. Puede tratarse de algo personal (una separación, búsqueda de pareja o de nuevas amistades, un cambio de hábitos…) o profesional: cambiar de sector, reorientar una empresa, conseguir un puesto directivo…

    En otras ocasiones el coachee, o entrenado, sabe perfectamente cuál es la meta que desea alcanzar, pero necesita trazarse un plan estratégico para lograrlo. Del mismo modo que el entrenador personal de un gimnasio nos daría una pauta de alimentación y ejercicios, el coach asumirá el proyecto como propio, nos ayudará a planificarlo y a completar cada una de las fases.

    ¿Cómo funciona el coaching?

    Aunque también se declara deudora de las tesis de Heidegger, el coaching es una técnica socrática. ¿Qué significa esto? Pues que todo el conocimiento está dentro del propio cliente o coachee.

    Hay dos preguntas básicas que todo coachee se hace:
    1.- ¿Qué debo hacer con mi vida / carrera / empresa?
    2.- ¿Cómo lograrlo?

    Pues bien, es el propio asesorado quien dispone de la información más valiosa para responderlas. Sin embargo, necesita que otra persona le ayude a hallar las respuestas. Es lo que Sócrates denominaba mayéutica: el arte de ayudar a parir ideas y decisiones.

    Además, el coaching se basa en técnicas conductuales. Una sesión de coaching no es una tertulia donde dar vueltas y más vueltas a una teoría, sino una reunión práctica donde se marcan objetivos concretos y se valora el trabajo realizado hasta la fecha.

    En esencia, el proceso de coaching se lleva a cabo en 6 etapas:

    1.- Observación: El coachee expone el motivo que le ha llevado a solicitar la sesión. El entrenador observa sus hábitos, creencias, conductas, aptitudes, habilidades desarrolladas (sea o no consciente de ellas el propio coachee), etc…

    2.- Toma de conciencia: A partir del proceso de observación del coach, el asesorado empieza a ser consciente de los límites que sus propias costumbres y creencias le imponen, de los puntos fuertes a potenciar y de las oportunidades que puede aprovechar.

    3.- Determinación de objetivos: Saber qué queremos conseguir exactamente es el punto de partida para alcanzar nuestras metas. Los objetivos no han de ser genéricos, sino absolutamente precisos y mesurables: debemos ser capaces de ponerlos por escrito y de comprobar objetivamente si se están cumpliendo. Todas nuestras decisiones posteriores se basarán en ellos. El coachee podrá identificar y desechar aquellas elecciones o actitudes que le alejan de los objetivos que se ha marcado.

    4.- Acción: El proyecto personal del coachee se divide en fases o subobjetivos. Con ayuda del coaching, que estará presente en todo el proceso, se determinarán las acciones necesarias para llevar a cabo cada uno de ellos.

    5.- Medición de resultados: Cada uno de los pasos se contrasta con los objetivos marcados. Si alguna de las acciones resulta inadecuada o insuficiente para alcanzar el objetivo, se detecta y se busca una alternativa.

    6.- Compromiso de continuidad: Una vez agotado el proceso de coaching, se trazan acciones y hábitos encaminados a consolidar los logros cumplidos o en camino de cumplirse.

    Consejos para elegir un buen coach

    El coaching es una metodología reciente y, según sus críticos, poco definida. La mayor parte de su eficacia reside en las habilidades del coach que se escoja. Por eso es fundamental asegurarse de su profesionalidad.

    Un buen coach ha de ejercer una escucha profunda y activa, formular preguntas pertinentes, reveladoras y estimulantes, comprometerse con los objetivos del coachee y ayudarle a alcanzarlos sin juzgarle en ningún momento.

    Es fundamental que cuente con preparación específica en coaching, un requisito que no cumplen todos los profesionales del ramo. La experiencia previa como consultor o psicoterapeuta es interesante, pero no suficiente. Aunque no existen todavía certificados y acreditaciones homologados, es aconsejable escoger un coach que ofrezca referencias de las escuelas donde se haya formado.

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  • Conviértete en líder

    Hay personas que parecen atraer a los demás desde su mismo nacimiento. La gente tiende a aceptar sus propuestas con entusiasmo, no importa si se trata de decidir a qué se juega en el patio del colegio, qué marca de deportivas está de moda o en qué restaurante nos reuniremos el fin de semana que viene. No siempre son, en apariencia, más guapos, más inteligentes o más adinerados que los demás. Simplemente poseen lo que se llama carisma, una especie de magnetismo invisible que casi parece magia.

    Como todas las cualidades innatas, el carisma suele generar una mezcla de admiración y desánimo en los demás. Es fácil pensar “yo nunca seré un líder porque carezco de este magnetismo innato”.

    Se trata de una conclusión errónea. Para empezar porque, aunque no todos nacemos con el carisma de un Gandhi, sí podemos potenciar y mejorar la ración que nos ha caído en suerte. No cabe duda de que Obama, por ejemplo, posee cualidades de liderazgo innatas, pero éstas no serían tan visibles ni tan eficaces sin la colaboración de sus asesores de imagen o de sus redactores de discursos.

    Por otra parte, el liderazgo carismático es solo una de las formas posibles de liderazgo, y no necesariamente la más eficaz, a menos que el magnetismo vaya acompañado de otras habilidades directivas fundamentales.

    ¿Qué clase de líder quieres ser?

    Hay prácticamente tantos tipos de líderes como directivos, y se han publicado una gran variedad de clasificaciones. Pero en esencia, casi todos los líderes encajan en uno de estos tres perfiles:

    • Líder autócrata o autoritario: Ejerce un control absoluto sobre todo el trabajo. Toma todas las decisiones, controla personalmente los métodos empleados y los resultados. Un jefe autoritario no siempre es colérico, es posible que trate de motivar constantemente a sus empleados, pero al concederles poca autonomía, la motivación raramente tiene un papel relevante en su gestión. Su poder reside esencialmente en el control, la supervisión y la sensación de seguridad que emana de él.

    • Lider participativo: También se reserva en exclusiva el derecho a tomar las decisiones importantes y da instrucciones concretas, pero pide la opinión de sus empleados, escucha sus propuestas y las valora. Es importante que tome en cuenta de verdad y sopese con interés lo que sus colaboradores le dicen antes de marcar sus directrices. En caso contrario, estaremos ante un líder autócrata que trata de disimular su carácter autoritario, no ante un verdadero líder participativo.

    • Líder liberal: señala a su equipo unos objetivos y les concede plena autonomía para alcanzarlos, siempre que se ciñan a unas reglas comunes básicas. Tiene la ventaja de permitir que los colaboradores desarrollen todo su potencial, pero es esencial que mantenga un contacto constante con ellos. En caso contrario, los colaboradores pueden percibir que el líder es distante o no les concede suficiente apoyo.

    Habilidades directivas

    Además de los conocimientos propios de su puesto y de su sector, hay una serie de competencias clave que todo manager debe adquirir para ser un líder eficaz.

    • Capacidad estratégica: Un líder ha de saber establecer objetivos y marcar unas directrices generales para alcanzarlos.

    • Toma de decisiones: Un directivo no puede permitirse el lujo de deshojar la margarita eternamente. Debe informarse bien y arriesgarse a elegir la opción que le parezca mejor. Una vez tomada la decisión, ha de estar atento a las consecuencias, para corregirla si fuera necesario o aprender del error para próximas ocasiones.

    • Orientación a las personas: Para liderar equipos es preciso saber entenderse con los demás. Comunicarse con eficacia, empatizar con los colaboradores y, sobre todo, detectar y aprovechar los puntos fuertes de cada uno de ellos en beneficio del resultado final.

    • Creatividad: Los nuevos problemas requieren nuevas soluciones. El pensamiento divergente es clave para abrir mercados, crear nuevos productos o corregir errores con eficacia.

    • Capacidad de negociación: Ni obstinarse, ni dejarse apabullar. Negociar con éxito requiere inteligencia emocional, objetivos muy claros y una gran dosis de sangre fría.

    • Planificación y gestión del tiempo: Las tareas de un manager son inacabables. Establecer prioridades y plazos para uno mismo y para su equipo es fundamental para coronar con éxito cualquier proyecto.

    • Energía y entusiasmo: Ninguno de tus colaboradores se dejará la piel en su trabajo si no lo haces tú. La energía es contagiosa; el desánimo y la inercia, también. Creer en la empresa, en uno mismo y en los proyectos que se están llevando a cabo es fundamental para conseguir un equipo motivado.

    Todas estas aptitudes y habilidades pueden adquirirse o potenciarse con ayuda de un buen curso de liderazgo o de unas sesiones de coaching bien dirigidas.

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  • Hablar en público: di adiós al miedo escénico

    ¿Alguna vez has soñado que eres el protagonista de una obra de teatro y al subir al escenario olvidas, de pronto, todo el texto de la función? ¿O que has de pronunciar un discurso y descubres que estás completamente desnudo ante tu auditorio?


    Estos miedos son prácticamente universales y casi tan antiguos como la civilización. Los antiguos griegos vivían obsesionados por la oratoria. Crearon escuelas filosóficas, como la de los sofistas, dirigidas exclusivamente a enseñar a sus alumnos a defender una tesis ante un auditorio. En aquella época, en que apenas unos pocos privilegiados sabían leer o escribir, la persuasión era siempre oral. Para conseguir el apoyo de los demás era imprescindible saber expresarse en público. Y para ello había que dominar técnicas como captar su atención, mostrar aplomo, hilar argumentos convincentes, etc…

    Los tiempos no han cambiado tanto. Hacer una demostración de ventas, impartir un curso o una conferencia, realizar una presentación en power point o, simplemente, expresar nuestro punto de vista en una reunión son actividades que tarde o temprano todos podemos acabar desempeñando. Algunos sistemas educativos, como el estadounidense, lo tienen en cuenta y preparan a los alumnos desde muy niños para exponer un tema o abrir un debate en clase. En España estas técnicas se han introducido muy lentamente en los colegios, y es probable que, como adultos, la mayoría de nosotros todavía sienta sudores fríos cuando se enfrenta a la obligación de hablar en público.

    Aquí tienes algunos trucos y recomendaciones que te pueden ayudar:

    1.- Familiarízate con el entorno: Te sentirás más cómodo si ya has estado antes en la sala donde debes hablar. Si se trata de tu empresa o de un lugar accesible, una breve visita previa ayudará. Si la presentación va a tener lugar en un sitio alejado, puede ser útil buscar fotos por Internet o, al menos, echar una ojeada a la dirección para ubicar el edificio. Así te resultará más fácil encontrar el camino para llegar con tiempo y tu sensación de control aumentará.

    2.- Establece tus objetivos: ¿Qué deseas conseguir con tu exposición? En esencia, todo discurso pretende informar, persuadir o entretener. Elige una de las tres opciones y pasa a describir objetivos más específicos (p. ej.: informar de resultados, persuadir de la conveniencia de adoptar una estrategia, etc…) Es conveniente anotar tus objetivos en un papel y releer la presentación, una vez redactada, para comprobar que el texto los cumple.

    3.- Piensa en tu audiencia: No es lo mismo hablar para los alumnos de un colegio que para el consejo de accionistas de tu empresa. Escribe cada palabra pensando en los intereses de quienes te van a escuchar.

    4.- Estructura tu discurso: Debe tener una introducción, un desarrollo y unas conclusiones.

    5.- Pon la tecnología a tu favor: Recuerda que el power point, el micrófono, los proyectores, la pizarra, el puntero, etc… son herramientas a tu servicio y no deben convertirse en obstáculos. Ajusta la altura del micrófono y comprueba que todos los periféricos funcionan perfectamente antes de que empiece el acto, o asegúrate de que alguien lo haya hecho en tu lugar.

    6.- No monologues: Aunque seas el protagonista de tu presentación, eso no excluye la presencia de otros participantes. Si animas a tu público a intervenir, captarás mejor su atención. No tengas miedo de hacerles preguntas o comentarios cómplices.

    7.- Controla tus gestos: No conviene quedarse inmóvil ni gesticular en exceso. Esta es la parte más difícil, porque raramente somos conscientes de nuestro lenguaje corporal. Ensayar el discurso ante el espejo o grabarnos con una cámara doméstica puede ser muy útil para encontrar el equilibrio gestual.

    8.- Habla como si te dirigieras a una sola persona: Aunque para ti sean un colectivo, tu público está formado por individuos. Cada uno de ellos debe sentir que el mensaje le incumbe personalmente.

    9.- Busca puntos de apoyo: Para reducir el nerviosismo es muy útil fijar la mirada en un oyente con el que tengamos confianza o que nos esté escuchando con interés y aprobación. Eso sí, no conviene abusar: procuraremos mirar a distintos puntos para que el resto del auditorio no se sienta excluido.

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  • Optimiza tu tiempo

    ¿Te has preguntado alguna vez por qué no lees más, no juegas más con tus hijos o no vas al gimnasio? Si tu respuesta es “no tengo tiempo”, coincide con la de la mayoría de habitantes del mundo occidental. Pero hay una mala noticia que debemos conocer cuanto antes: jamás tendremos tiempo para hacer estas cosas, a no ser que lo busquemos. Así que tenemos dos opciones: podemos despedirnos definitivamente de nuestra buena forma física, de nuestra cultura literaria o de disfrutar de la infancia de nuestros hijos o bien encontrar la manera de gestionar nuestro tiempo con más eficacia.

    El problema se agrava si lo que se acumula en tu lista de cosas pendientes no son únicamente los buenos propósitos del año, sino las tareas y los objetivos que nuestro puesto nos exige. Las consecuencias de no tener tiempo para hacer nuestro trabajo con eficacia son conocidas por todos, y en época de recesión la mayoría de las empresas tienden a repartir la misma cantidad de trabajo entre menos pares de manos.

    El tiempo es limitado, pero también es el único bien que se reparte equitativamente entre todos los seres humanos. ¿Es realmente tiempo lo que nos falta? ¿O más bien necesitamos mayor control sobre nuestras prioridades?

    Para David Allen, creador del método GTD (getting things done) está muy claro que se trata más bien de lo segundo. Entre otras cosas, porque el estrés reduce nuestra productividad al mínimo, y no hay nada más estresante que soportar día tras día la sensación de que tenemos mil cosas por hacer y que no las estamos haciendo.

    Hay numerosos libros, blogs y cursos que profundizan en el sistema GTD y otros métodos eficaces de gestión del tiempo, pero en esencia estos son sus principios básicos:

    1.- Recopilar. Todos tenemos distintas “bandejas de entrada” de información y tareas: la del correo electrónico, las bandejas físicas de nuestro escritorio, el móvil, los post-it que nos dejan los compañeros o nosotros mismos, etc… Conviene tener el mínimo número posible de bandejas de entrada y revisarlas al menos una vez por semana. No hay nada más estresante y antiproductivo que un correo electrónico con 40 mensajes por leer.

    2.- Procesar. Tener la mente llena de tareas pendientes que no sabemos cuándo llevar a cabo bloquea nuestra creatividad e interrumpe nuestra concentración. Si decidimos qué hacer con cada una de ellas, liberaremos nuestra mente.

    Las tareas que lleven menos de dos minutos deben hacerse inmediatamente. Si son complejas y forman parte de proyectos, identificaremos la próxima acción a llevar a cabo. Si no nos corresponde hacerlas o son irrealizables, las delegaremos o desecharemos.

    3.- Organizar. Las tareas que efectivamente deseamos llevar a cabo pueden deben clasificarse según su prioridad. En el calendario anotaremos sólo los eventos que tengan una fecha y hora concretas. Y esas cosas que nos gustaría hacer pero pueden esperar indefinidamente, quedarán archivadas en la carpeta “algún día / tal vez”.

    4.- Revisar. Para que el sistema funcione, hay que revisar el estado de nuestras carpetas de archivo y de nuestra bandeja de entrada al menos una vez por semana. El viernes a última hora es buen momento de hacer esto y de establecer las prioridades de la semana siguiente. Nos permitirá empezar el fin de semana libres de estrés y sin “llevarnos el trabajo a casa”.

    5.- Ejecutar. Cada día debemos escoger cuales de nuestras acciones pendientes llevar a cabo. Esto dependerá de su prioridad, pero también de otros factores, como el tiempo disponible (por ejemplo, a veces es práctico aprovechar un trayecto en transporte público o un breve descanso entre reuniones para hacer llamadas u otras tareas breves, aunque no sean las más importantes).

    Antes de emprender una tarea, pregúntate cuánto tiempo le puedes dedicar y si es o no fundamental para alcanzar tus objetivos. Conviene resistir la tentación de centrarnos únicamente en las tareas más fáciles o placenteras, dejando de lado las más relevantes.

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  • «Cree su propia demanda, busque campos poco explotados y fórmese rápidamente»

    Entrevistamos a Andrés Morales, director de Pymedirecto Formación:

    P: Según la consultora Adecco, los profesionales que más ofertas de trabajo recibieron este 2009 son: comercial, programador java, ingeniero industrial, médico pediatra y controller. ¿Ofrecen estudios relacionados con alguno de estos perfiles? ¿Cuál/cuáles?

    R: Comercial y control, de gestión, de calidad e industria.

    P: ¿Han notado una demanda mayor de esta clase de formación en 2009?

    R: No, en general en 2009 las grandes empresas han recortado sus presupuestos de formación, además el mercado ofrece profesionales ya formados a un coste muy moderado. Se ha comenzado a reactivar en el tercer cuatrimestr.

    P: ¿Qué perfil o estudios previos necesitan los alumnos de estos cursos?

    R: Para comercial generalmente medios y a veces técnicos, para controller los técnicos de su rama (economía, ingenierías, etc..)

    P: Un consejo para desafiar a la crisis y encontrar un buen empleo.

    R: Con casi cinco millones de oferentes, recomendar diferenciarse es casi utópico, pero esta es tal vez la mejor estrategia. Además cree su propia demanda, busque campos poco explotados y fórmese rápidamente en esa pequeña parcela, evite las “oposiciones encubiertas” para un puesto común al que se presentan 300 candidatos por puesto a cubrir.

  • Las escuelas de negocios ante la crisis

    Ramón Ollé Presidente Ejecutivo de La Salle
    Ramón Ollé, Presidente Ejecutivo de La Salle

    ¿ Afectará la crisis en la inversión de la Formación Continua y de Postgrado este año?

    La Crisis Económica es algo que preocupa a todo el mundo, aunque las perspectivas en el sector de la formación son bastante positivas.

    Juan Carlos Requena, responsable de Comunicación de Fundesem, nos comenta como la crisis actual es muy diferente a la crisis del año 82 o 92, “la crisis afectará, pero la sociedad ha cambiado profundamente desde entonces. La Formación, ahora ya no se percibe como un gasto, sino como una inversión”.

    Y es que la mayoría de Escuelas de Negocios españolas, desde las más Internacionales a las más pequeñas, coinciden en que un momento de crisis es un buen momento para invertir en Formación.

    Así nos afirma Marian Silgo de la Escuela ESDEN “nosotros no estamos notando la tan mencionada crisis Tenemos un negocio muy recurrente en situaciones como la que está viviendo España actualmente, ya que las personas optan por formarse o reciclarse tanto estando en activo como cuando cuentan con un periodo de transición a nivel laboral”.

    La crisis económica se notará sobre todo a nivel empresarial, ya que son las que dejarán de invertir tanto en Formación. No tanto a nivel individual, ya que los recién licenciados por ejemplo , al encontrarse con un mercado laboral con menor capacidad de contratación, optarán por continuar su formación, por lo que la demanda de postgrado no sólo no disminuirá, sino que puede aumentar.

    ¿Cuál considera que es la situación de la Educación de Postgrado para profesionales en España?

    Ramón Ollé, Presidente Ejecutivo de la Business Engineering School La Salle: “Nuestras escuelas de negocio han sabido crear un marca de calidad reconocida internacionalmente y esto es un valor añadido excepcional que aportamos a la economía del país. De todas formas, en un futuro, tendremos que distinguir entre las escuelas de negocio con base tecnológica y las que no lo son, creando así una nueva categoría de escuela para ejecutivos. Me refiero a un nuevo espacio para el management donde la tecnología se entiende como una herramienta imprescindible para una gestión más eficiente”.

    En cuanto a la situación de la Educación de Postgrado para profesionales en España, Carlo Gucci, Catedrático de Marketing de La Universidad ESADE de Barcelona, opina que en España el nivel de las Escuelas ha evolucionado mucho durante estos últimos años. “Actualmente estamos compitiendo con Universidades Americanas, lo cual, hace algunos años era algo impensable. Y esto pone el listón muy alto”.

    Una de las causas de esta evolución, son las especializaciones por parte de las Escuelas de Negocios. Hace 10 años la Educación era más genérica, comenta Juan Carlos Moyá de ADM Bussiness School: las Especializaciones por parte de las Escuelas de Negocios está aportando una formación de mejor calidad, más personalizada y más adaptada a las nuevas necesidades de las empresas. Es el caso del reciente lanzamiento por parte de ADM Business School de un “Máster en Dirección y Gestión de Franquicias”, un modelo empresarial en auge en España, del que están obteniendo muy buen resultado”

    ¿Y el nivel de las escuelas españolas?

    Gonzalo Garland Director General de Relaciones Externas de IE (Instituto de Empresa) comenta, “La co- existencia de escuelas de negocios de primer nivel nos obliga a ser cada día más competitivos, a diseñar y rediseñar continuamente nuestros programas de postgrado para adecuarlos a las exigencias de las empresas y a innovar y utilizar nuevas metodologías”.

    En España contamos con más de 150 Escuelas de Negocios, y aunque evidentemente la calidad no es la misma en todas, tenemos un buen nivel de enseñanza, por encima de otros países europeos.

    Para Julián Peinador, vicedecano del Área de Postgrado de ESIC “el nivel de las escuelas españolas es muy bueno y y completo; la oferta es muy amplia y cubre todas las áreas de gestión y prácticamente todas las especialidades que pueda haber en cualquiera de ellas”.

    La Internacionalización de nuestras Escuelas, es otro factor a tener en cuenta a la hora de valorar la la calidad de la enseñanza en nuestras escuelas. Según Francisco Ubierna, Director Académico de CESMA, “el incremento de alumnos de países extranjeros es una excelente medida de calidad de nuestras escuelas”.

    En IE por ejemplo, cuentan con alumnos procedentes de 76 países en el campus y en programas como el Internacional MBA, más del 90% de los alumnos son extranjeros, procedentes de los cinco continentes.

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