Alejados de la realidad

Los empresarios se quejan de que los profesionales que salen de las facultades para enfrentarse al mercado laboral no se adecúan a las necesidades reales de las empresas. La escuela y la Universidad española, orientadas a sobreproteger al alumno, chocan con la realidad corporativa.Los empresarios llevan mucho tiempo preocupados por la casi nula flexibilidad de nuestro sistema educativo, un factor que dificulta a las generaciones futuras la adaptación a los cambios de una sociedad en movimiento constante, con nuevas exigencias. Los desajustes entre la formación que ofrece la Universidad y la demanda de un mercado laboral cada vez más competitivo suponen un problema cada vez más evidente, más si se tiene en cuenta que los beneficios individuales de una enseñanza eficaz –aumento de la productividad y de las posibilidades de empleo– pueden extenderse a la esfera macroeconómica.

A los empresarios les inquietan también los altos índices de fracaso y abandono escolar: España es, después de Portugal y Malta, el país de la Unión Europea donde menos estudiantes terminan la educación secundaria, y nos encontramos entre las naciones de la OCDE con peores tasas de obtención de un diploma de enseñanza secundaria postobligatoria, bien sea bachillerato o formación profesional. Los alumnos españoles se preparan en un modelo educativo que no tiene demasiado en cuenta la cultura del esfuerzo.

Hace tiempo que los empresarios han hecho sonar las alarmas ante el producto que las facultades ofrecen cada año para encarar la batalla de la competitividad. Ahora, cuando las dificultades económicas provocan que se hable con gran convicción de un cambio de modelo basado en la innovación y el conocimiento, esta desconexión entre la Universidad y la empresa se muestra especialmente grave.

Carencias
Juan Corona, director académico del Instituto de la Empresa Familiar (IEF) y catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Abat Oliba CEU, asegura que «el nivel de formación que se detecta en las personas que acceden al mercado laboral es insuficiente». Añade que esto obliga a dedicar programas y tiempo de formación en las etapas iniciales.

El director académico del IEF explica que, además, «se observa una falta de valores profesionales –responsabilidad, capacidad de trabajo en equipo, o esfuerzo, entre otros– en los recién titulados». Esto no es todo: entre las quejas de los empresarios destaca asimismo la sobretitulación universitaria, un fenómeno que otros denominan sobreeducación, y que consiste precisamente en el desajuste entre las cualificaciones de los trabajadores y las que demandan las empresas. Nuestro sistema educativo, con una concepción residual de la FP, hace que la universitaria se vea como la única opción al abandono de la educación cuando se acaba el tramo obligatorio. Es una opción extrema que agudiza el abandono temprano para unos y el fracaso en la Universidad para otros.

Claudio Boada, presidente del Círculo de Empresarios, aseguraba esta semana durante la presentación del informe Próxima estación: la Economía del Conocimiento, que «en España debemos pasar de la universalización de la educación a la excelencia. Sobran universidades y no hay demanda para determinados conocimientos». Juan Corona coincide al asegurar que «no existe conexión entre la Universidad y la empresa. Nos encontramos con dos mundos independientes, y la oferta de titulaciones no está vinculada a la demanda de las compañías. Como instancia formadora, la Universidad debería atender a todo esto».

El abismo
En su informe Una sociedad al servicio de la sociedad, el Círculo de Empresarios denuncia la brecha que separa a las empresas de la Universidad. Ambas instancias, según el estudio, «operan con modelos organizativos y de innovación muy distantes, lo que impide un aprovechamiento más eficiente de los recursos de ambas».

El último estudio del Círculo de Empresarios sitúa al sistema educativo y de formación entre los pilares fundamentales –junto con la existencia de mercados tecnológicos competitivos y las infraestructuras– de cualquier modelo económico basado en el conocimiento. En su informe, los empresarios concluyen que «a pesar de las enormes mejoras de las últimas décadas, especialmente en lo que se refiere al acceso a la Universidad por una amplia capa de la sociedad, la educación en España padece hoy una desconexión importante frente a las necesidades de un entorno económico y social en constante transformación. Estamos aún muy lejos del modelo de aprendizaje continuo que exige la sociedad del conocimiento y que constituye una de las claves en el éxito de países como Corea del Sur o Finlandia». El director académico del IEF también coincide –acerca del modelo de aprendizaje continuo– en que el mercado laboral provoca cambios vertiginosos en cualquier disciplina, por lo que «cualquier titulado requiere hoy de una formación continua y permanente. Sin embargo, cuesta mucho que la gente ya formada asuma que debe recibir esta actualización».

El modelo de éxito finlandés es un buen ejemplo de cómo se deben tomar decisiones en una coyuntura difícil y cómo éstas moldean la educación y la investigación para conducir a su economía a los primeros puestos de la competitividad mundial. Las claves del éxito de Finlandia se localizan en la excelencia de su sistema educativo y en la visión de «sistema» que adoptó la política industrial, reconociendo así la importancia de las interrelaciones de universidades, centros de investigación y empresas.

En España, sólo un 15% de las empresas recurre a la Universidad para realizar proyectos específicos de investigación. Además, los expertos señalan que la gran debilidad de la Universidad española en el papel que le corresponde desempeñar en la economía y en la sociedad es el escaso recurso de las empresas a las facultades para la realización de proyectos de investigación, algo que evidencia el débil compromiso que las compañías muestran con el modelo de Universidad como motor de desarrollo económico.

Además, desde el Círculo de Empresarios se insiste en la deficiente enseñanza de contenidos científicos y técnicos que padece el sistema educativo español; en la escasa dotación de tecnologías de la información, en la desconexión entre ciencia y sociedad, así como en la falta de innovación, recursos humanos e incentivos en el área científica.

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